La oropéndola llega procedente de África en
abril y se marcha en septiembre.
Curiosamente su plumaje amarillo vivo, es un camuflaje eficaz en el follaje de los grandes álamos.
Podemos oírla en cualquiera de nuestros bosques y en sus cantos destaca un silbido aflautado muy armonioso.
Para alimentarse visita a menudo nuestros antiguos huertos de frutales.
Construyen un nido colgante aprovechando la horquilla de la rama de un árbol.
A finales de verano se reúnen en el Forestal para regresar todas juntas a África.
Paco Luque
(Socio de la SEO)
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